Perú se prepara para un segundo semestre de 2025 clave en materia de infraestructura. Con cinco megaproyectos en licitación por más de US$ 3 370 millones, y la esperada construcción del Viaducto de Lurín, el país busca dinamizar su conectividad. Este artículo analiza los alcances económicos y técnicos de las obras previstas. Las inversiones buscan reactivar la economía y resolver cuellos de botella históricos en transporte.
Fecha:Friday 11 Jul de 2025
Gestor:INSTITUTO IDARC
ProInversión ha anunciado que julio de 2025 marcará un hito en su calendario anual con la licitación de cinco grandes proyectos de infraestructura por un monto cercano a los US$ 3 370 millones. Esta cartera forma parte del Plan Nacional de Infraestructura y Competitividad, y busca reducir las brechas de conectividad vial, portuaria y energética que limitan el desarrollo territorial. Se trata de megaproyectos que han sido priorizados por su impacto en la logística nacional y regional, particularmente en zonas de alta producción minera, agrícola e industrial.
Los sectores beneficiados serán múltiples: desde carreteras de integración interregional hasta infraestructura hospitalaria y proyectos eléctricos. Las licitaciones, además, están diseñadas para atraer capital privado mediante asociaciones público-privadas (APP) bajo modelos autosostenibles. Este enfoque busca no solo asegurar la ejecución de las obras, sino también garantizar su operación y mantenimiento por décadas. En un contexto macroeconómico estable, con crecimiento moderado, esta política de infraestructura actúa como motor anticíclico.
Entre los proyectos destacan la modernización de redes de transmisión eléctrica, la construcción de dos nuevos hospitales regionales, la concesión de un sistema de tratamiento de aguas residuales para una ciudad intermedia, y la tan esperada expansión de un corredor logístico en la costa norte. Cada uno de estos proyectos tiene un modelo de inversión que considera etapas de diseño, construcción, operación y cierre, con marcos contractuales innovadores que facilitan la gestión de riesgos y financiamiento.
El enfoque técnico ha sido cuidadosamente revisado por ProInversión junto con los ministerios sectoriales correspondientes. Esto ha permitido incorporar criterios de sostenibilidad ambiental, eficiencia energética, y respeto por las comunidades locales. La diversificación de sectores también se traduce en la participación de una amplia gama de empresas constructoras, ingenierías, fondos de inversión y aseguradoras internacionales, todas interesadas en el mercado peruano por su estabilidad jurídica y previsibilidad institucional.
Uno de los proyectos más emblemáticos del semestre es el Viaducto de Lurín, cuya construcción comenzará en el segundo semestre de 2025 y se extenderá hasta 2028. Esta obra se desarrollará sobre la nueva Carretera Central y consistirá en un puente atirantado de aproximadamente 3 km de longitud, diseñado para soportar tráfico pesado y climatología adversa. La elección del sistema atirantado responde tanto a criterios estéticos como estructurales, dada la topografía variable y la necesidad de reducir el impacto sobre el ecosistema del valle de Lurín.
El viaducto es considerado clave para descongestionar el ingreso sureste a Lima y facilitar la conexión entre la capital y las regiones del centro andino, particularmente Junín, Pasco y Huancavelica. Esta vía será parte de un eje logístico que une los puertos del Callao y Chancay con el centro del país, facilitando la exportación minera y agrícola. El diseño prevé también accesos controlados, tecnología de monitoreo estructural, iluminación LED y dispositivos antisísmicos.
La construcción del viaducto generará alrededor de 10 000 empleos directos e indirectos, principalmente en sectores como ingeniería civil, transporte, producción de acero y materiales de construcción. Además, impulsará la inversión en zonas rurales del valle de Lurín, tradicionalmente rezagadas en términos de acceso a mercados y servicios. A largo plazo, se espera que esta obra contribuya a reducir los costos logísticos del país, que actualmente representan más del 20 % del valor de los bienes transportados.
El impacto social también es considerable. Las autoridades han previsto un plan de manejo ambiental y de reasentamiento poblacional con enfoque participativo. Esto incluye consultas previas, compensaciones por tierras expropiadas y programas de empleabilidad local. La infraestructura vial moderna no solo conecta territorios, sino también oportunidades de desarrollo. En este caso, el viaducto reconfigurará el equilibrio entre la Lima urbana y su periferia suroriental, facilitando procesos de integración metropolitana.
La licitación del Viaducto de Lurín se realizará mediante concurso internacional, con preselección técnica y económica. Ya se ha reportado el interés de consorcios europeos, asiáticos y latinoamericanos, atraídos por la magnitud y complejidad del proyecto. ProInversión ha señalado que el esquema será una concesión bajo la modalidad de APP autofinanciada, lo que implica que el concesionario podrá recuperar su inversión mediante el cobro de peajes y la gestión de servicios complementarios.
Entre los actores involucrados destacan el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), la Autoridad de Transporte Urbano de Lima y Callao (ATU) y la propia ProInversión. También participan organismos multilaterales que ofrecen asistencia técnica y garantías de riesgo, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). La transparencia será clave en esta licitación, que se desarrollará bajo reglas de libre competencia y con supervisión internacional.
El viaducto forma parte integral del proyecto de la nueva Carretera Central, una autopista de doble calzada que reemplazará la actual vía montañosa, mejorando la seguridad y velocidad de tránsito entre Lima y el centro del país. Esta carretera de alta capacidad ha sido diseñada con estándares internacionales, túneles, pasos a desnivel y zonas de frenado, lo que la convierte en una de las obras viales más ambiciosas del Perú en las últimas décadas.
El Viaducto de Lurín será el primer gran puente de esta nueva vía, actuando como un hito arquitectónico y técnico. Su construcción implicará trabajos especializados de cimentación profunda, montaje de estructuras metálicas y sistemas de tensado controlado. Su integración con el resto del corredor será crucial para garantizar la continuidad operativa, y ya se proyecta que permitirá una reducción de hasta 40 minutos en los tiempos de viaje desde Lima hacia Chosica y zonas aledañas.
El ciclo de inversiones públicas y privadas previsto para 2025 marca un nuevo impulso al modelo de APP en el país. Perú ha desarrollado una institucionalidad robusta en este campo, con contratos estandarizados, sistemas de resolución de controversias y marcos legales transparentes. Esto ha generado confianza en los mercados, permitiendo la llegada de nuevos capitales para proyectos de largo plazo. Las licitaciones de julio son solo el inicio de un portafolio aún más amplio proyectado hasta 2027.
El contexto internacional también favorece esta dinámica. La competencia global por activos de infraestructura se ha intensificado, pero Perú destaca por su ubicación estratégica y la demanda insatisfecha de conectividad. El Viaducto de Lurín, por su simbolismo y complejidad, se presenta como un proyecto "ancla" para captar la atención de los grandes fondos globales de inversión en infraestructura. Su ejecución exitosa servirá como precedente para futuras licitaciones.
Uno de los aspectos centrales del Viaducto de Lurín será su sostenibilidad. Se aplicarán criterios de economía circular en el uso de materiales, control de emisiones de CO₂ durante la obra, y tratamiento de residuos sólidos. Además, se priorizarán proveedores locales certificados bajo estándares ambientales, y se instalarán sistemas de recolección de aguas pluviales para minimizar la erosión del suelo en la zona de intervención.
Las obras estarán acompañadas de una supervisión ambiental permanente, a cargo de una entidad independiente, lo cual garantizará el cumplimiento de los compromisos establecidos en el Estudio de Impacto Ambiental. Asimismo, se está considerando el uso de energías renovables en algunas operaciones auxiliares de obra, y medidas de protección para la flora y fauna del valle de Lurín. Estas acciones forman parte de un nuevo paradigma de infraestructura con enfoque ambiental y social.
El desarrollo de infraestructura en Perú no solo tiene un objetivo económico, sino también geopolítico: integrar el territorio fragmentado por la geografía andina. Obras como el Viaducto de Lurín permiten vincular regiones de alta producción con centros de consumo y exportación, reduciendo desigualdades regionales y fortaleciendo la cohesión del país. En este sentido, la inversión en conectividad se convierte en un catalizador del desarrollo descentralizado.
La mejora de la Carretera Central y sus obras asociadas no solo beneficiará a Lima, sino también a cientos de distritos rurales y centros poblados que accederán a mejores servicios, mercados y oportunidades. A largo plazo, esta infraestructura puede ser clave para reconfigurar el modelo de crecimiento del país, dándole un nuevo equilibrio territorial. Este enfoque integrador es uno de los pilares de la estrategia nacional de competitividad al 2030.