El 18 de julio de 2025 se firmó un acuerdo clave para reactivar el megaproyecto hidroeléctrico La Barrancosa–Cóndor Cliff en Santa Cruz, con una inversión cercana a los USD 5.000 millones. El impulso busca cerrar demoras, generar miles de empleos y fortalecer la matriz energética argentina. El proyecto incluye dos centrales con capacidad conjunta de unos 1.310 MW, destinada a abastecer más de un millón de hogares. La reactivación refleja políticas energéticas renovables y cooperación internacional estratégica.
Fecha:Tuesday 22 Jul de 2025
Gestor:INSTITUTO IDARC
La reactivación del complejo hidroeléctrico La Barrancosa–Cóndor Cliff representa uno de los hitos más importantes en el ámbito energético de Argentina durante los últimos años. Situado sobre el río Santa Cruz, este megaproyecto busca aprovechar el potencial hidroeléctrico de la región patagónica para generar energía limpia y abundante. Su construcción había quedado suspendida desde 2016 por cuestiones técnicas, ambientales y financieras, pero tras recientes acuerdos, ha recibido un nuevo impulso oficial.
El proyecto contempla la edificación de dos represas: Cóndor Cliff, aguas arriba, y La Barrancosa, ubicada más abajo. La capacidad total del complejo alcanzará aproximadamente los 1.310 megavatios, convirtiéndolo en el segundo mayor sistema hidroeléctrico del país, solo detrás de Yacyretá. Esto representa un aporte significativo para el sistema interconectado nacional, con energía continua y sostenible.
La reanudación de las obras fue posible gracias a un convenio actualizado entre el Estado argentino y los contratistas principales, que incluye nuevas condiciones financieras, actualizaciones técnicas y una reorganización del cronograma de ejecución. El relanzamiento del proyecto responde también a una necesidad estratégica: ampliar la infraestructura energética del país sin aumentar la dependencia de combustibles fósiles importados.
La puesta en marcha de La Barrancosa–Cóndor Cliff implica un aporte clave a la transición energética de Argentina. En un contexto donde el país enfrenta desafíos crecientes por el abastecimiento interno de gas y el aumento de la demanda eléctrica, esta obra representa una fuente confiable de energía renovable que complementará la oferta generada por otras fuentes. Además, ayudará a reducir la huella de carbono de la matriz energética nacional.
El caudal del río Santa Cruz, que nace en la cordillera andina y desemboca en el Atlántico, permite una generación constante de energía hidráulica sin recurrir a embalses de gran altura. Esto significa un menor impacto ambiental respecto a otras represas, aunque se han tomado medidas adicionales para mitigar efectos sobre ecosistemas locales. La gestión responsable de estos aspectos ha sido clave en la reactivación del proyecto.
La generación hidroeléctrica no solo es limpia y eficiente, sino también estratégica en términos de soberanía energética. Con la reactivación del complejo, se prevé una mayor estabilidad del sistema nacional en momentos críticos del año, especialmente durante picos de demanda en verano o invierno. El acceso a esta energía también facilitará la electrificación de zonas rurales del sur argentino, mejorando la calidad de vida de sus habitantes.
Más allá de sus beneficios energéticos, la reanudación de esta megaobra tendrá un impacto directo en la economía regional. Se estima la creación de más de 5.000 empleos directos durante la fase de construcción, además de un número considerable de puestos indirectos en servicios, transporte, hotelería y comercio local. Esto significa una dinamización concreta de la actividad en Santa Cruz, una de las provincias más australes del país.
El proyecto también generará oportunidades para empresas contratistas, proveedores y cooperativas locales. Se prevé una política de compras con fuerte contenido local, priorizando a actores de la región en la provisión de materiales, maquinaria y servicios auxiliares. La circulación de recursos revitalizará sectores que durante años han sufrido la caída de la inversión pública.
Asimismo, se construirá nueva infraestructura vial y de conectividad para facilitar el acceso a las obras, lo que beneficiará a largo plazo a las comunidades vecinas. Estas mejoras incluirán rutas, caminos secundarios, puentes, líneas eléctricas y eventualmente estaciones transformadoras. La obra, por tanto, no solo cambiará el perfil energético del país, sino también la geografía económica de la región.
Uno de los aspectos clave de este megaproyecto es la cooperación entre Argentina y empresas internacionales especializadas en infraestructura energética. La reactivación contó con el respaldo de acuerdos binacionales, financiamiento externo y participación técnica de firmas con experiencia en grandes represas a nivel mundial. Estas alianzas permiten no solo avanzar con mayor velocidad, sino también incorporar tecnología de punta.
Las turbinas, sistemas de control y componentes electromecánicos serán provistos por empresas de alta reputación, garantizando eficiencia operativa y durabilidad. Además, el know-how transferido a equipos locales generará un efecto positivo en el desarrollo de capacidades nacionales. Muchos técnicos, ingenieros y operarios argentinos recibirán capacitación específica para operar y mantener estas infraestructuras en el largo plazo.
El modelo de financiamiento se rediseñó para brindar mayor certidumbre en la ejecución. Se ajustaron cronogramas y márgenes de costo, con cláusulas de supervisión continua para asegurar cumplimiento de hitos. Esto permite combinar inversión pública con financiamiento externo sin comprometer la sostenibilidad fiscal. La transparencia en estos procesos será clave para la continuidad de la obra.
Uno de los desafíos principales del complejo hidroeléctrico ha sido garantizar su compatibilidad ambiental. Diversos sectores sociales y científicos han expresado preocupaciones respecto al impacto en el ecosistema del río Santa Cruz, especialmente en su biodiversidad y relación con el glaciar Perito Moreno. Por esta razón, se implementaron medidas adicionales de protección y monitoreo permanente.
Los nuevos acuerdos incorporan cláusulas más exigentes en términos de licencias ambientales, auditorías independientes y participación de comunidades locales. Se busca minimizar los efectos sobre el cauce natural, conservar especies autóctonas y promover la reforestación de áreas afectadas. Estas acciones permitirán una coexistencia equilibrada entre infraestructura y naturaleza.
Asimismo, se trabajará en conjunto con instituciones científicas y universidades para monitorear variables ambientales, climáticas e hídricas. El enfoque de desarrollo sostenible implica que el proyecto no solo genere energía, sino que contribuya a una gestión más integral del territorio. La visibilidad pública de estos informes fortalecerá la legitimidad del proyecto en el tiempo.
La Barrancosa–Cóndor Cliff representa una pieza fundamental en la planificación energética de Argentina. Su ubicación estratégica en el sur permite diversificar los puntos de generación y reducir la dependencia de las regiones norte y centro. A largo plazo, esto optimiza el balance eléctrico del país y mejora la resiliencia frente a fallos regionales o crisis de abastecimiento.
El complejo se integrará al Sistema Argentino de Interconexión (SADI), mediante nuevas líneas de alta tensión que conectarán Santa Cruz con provincias vecinas. Esto facilitará una distribución más equitativa de la energía generada y permitirá incluso exportaciones a Chile o la conexión con proyectos de hidrógeno verde en desarrollo. La obra puede ser un catalizador de nuevas cadenas de valor.
El proyecto también refuerza el perfil de Argentina como productor de energías limpias. Con recursos hidroeléctricos, eólicos, solares y geotérmicos en distintas regiones, el país avanza hacia una matriz más diversificada y sostenible. Iniciativas como esta demuestran que el Estado puede liderar transformaciones estructurales con visión de futuro.
La reactivación del complejo La Barrancosa–Cóndor Cliff no es solo un proyecto técnico; representa una apuesta política y social por el desarrollo nacional. En un contexto económico complejo, avanzar con obras de esta magnitud implica confianza en la capacidad estatal para planificar, ejecutar y sostener infraestructuras críticas. La obra es también un símbolo de soberanía energética.
El proyecto retoma el legado de otras grandes obras hidroeléctricas del país, que en su momento también fueron cuestionadas pero terminaron siendo esenciales para el desarrollo económico e industrial. El éxito de esta iniciativa dependerá de una gestión eficiente, participativa y transparente. La inclusión de la comunidad local será determinante para su aceptación.
En tiempos donde el cambio climático exige respuestas urgentes, las obras hidroeléctricas pueden ser parte de la solución si se diseñan de forma responsable. La Barrancosa–Cóndor Cliff tiene el potencial de convertirse en una referencia latinoamericana de infraestructura verde, inclusión social y progreso sustentable. Argentina se juega aquí mucho más que energía: se juega su visión de futuro.