Construcción en Brasil 2025: Costos al alza, crédito caro y un crecimiento en cámara lenta

SUCESO IMPORTANTE EN EL SECTOR CONSTRUCCIÓN

Durante 2025, el sector construcción en Brasil atraviesa una etapa de enfriamiento marcada por altos costos de materiales y salarios, además del encarecimiento del crédito por la tasa Selic. Se estima un crecimiento entre 1,9 % y 2,8 %, muy por debajo del promedio de los años anteriores. A pesar del impulso estatal vía programas como Minha Casa Minha Vida y el plan PAC, la confianza empresarial se encuentra en mínimos desde 2022. El futuro del sector dependerá de ajustes financieros y reformas estructurales.

Construcción en Brasil 2025: Costos al alza, crédito caro y un crecimiento en cámara lenta

Fecha:
Friday 11 Jul de 2025

Gestor:
INSTITUTO IDARC

Durante el primer semestre de 2025, el sector construcción en Brasil ha mostrado señales claras de desaceleración. Se estima que el crecimiento anual se ubicará entre 1,9 % y 2,8 %, muy por debajo del dinamismo observado en los años posteriores a la pandemia. Esta ralentización se atribuye principalmente al impacto de la política monetaria contractiva, que mantiene la tasa Selic en un elevado 13,25 %, lo cual encarece significativamente el acceso al crédito, especialmente para desarrolladores inmobiliarios y pequeñas constructoras. La actividad se sostiene gracias a obras públicas, pero la inversión privada comienza a retraerse.

Este contexto se ve agravado por una inflación persistente en los insumos de construcción. El alza promedio de los materiales alcanza un 6,85 % interanual, afectando márgenes de rentabilidad y encareciendo las obras en curso. En paralelo, los costos laborales suben entre un 8 % y 9 %, presionados por negociaciones colectivas en sectores clave como albañilería, instalaciones eléctricas y montaje industrial. Así, las constructoras enfrentan una ecuación compleja: créditos caros, insumos costosos y consumidores cada vez más cautelosos a la hora de comprar inmuebles.

 

Impacto del crédito caro en la cadena inmobiliaria y de infraestructura

El mantenimiento de la tasa Selic en 13,25 % actúa como un verdadero ancla sobre el financiamiento al sector. La política del Banco Central de Brasil busca contener la inflación general, pero impacta negativamente en sectores intensivos en capital, como la construcción. Tanto desarrolladores residenciales como empresas de infraestructura ven dificultado el acceso a líneas de crédito de mediano y largo plazo, fundamentales para iniciar nuevos proyectos. Los intereses elevados también limitan las hipotecas, encareciendo el acceso a la vivienda para las familias brasileñas.

La consecuencia inmediata ha sido la postergación de proyectos inmobiliarios privados, especialmente en ciudades intermedias. Muchos desarrolladores han optado por reducir su portafolio o centrarse únicamente en proyectos ya financiados. Esta parálisis relativa de la inversión inmobiliaria pone presión sobre la oferta futura y genera efectos colaterales en industrias relacionadas como la cerámica, el acero, el vidrio y la carpintería. Sin señales claras de una rebaja de la tasa Selic, el crédito seguirá siendo una barrera para la expansión del sector.

 

Inflación de materiales y salarios: el desafío de los sobrecostos

El alza de precios en materiales clave para la construcción ha sido una constante desde finales de 2024, y se mantiene firme en 2025. Los índices nacionales muestran un aumento del 6,85 % interanual en insumos como cemento, acero corrugado, cableado eléctrico y cerámicos. Esta inflación encarece los proyectos nuevos, pero también afecta el presupuesto de obras ya contratadas, obligando a revisar cronogramas y negociaciones con proveedores. Para pequeñas constructoras, sin poder de compra consolidado, el impacto es aún más fuerte.

A ello se suma el incremento de los costos laborales, que se ubican entre el 8 % y 9 % en promedio nacional. Los sindicatos del sector han presionado por ajustes salariales en línea con el costo de vida, logrando alzas en varios convenios colectivos. Esto ha elevado los presupuestos de obra y aumentado la presión sobre las utilidades del sector. Para empresas que dependen de contratos públicos con márgenes fijos, el escenario puede volverse crítico si no se aplican mecanismos de reajuste o revisión contractual.

 

Programas públicos como sostén parcial del sector

Pese al escenario adverso, el sector construcción no se ha desplomado gracias al sostenido impulso del gasto público en obras de infraestructura y vivienda social. Programas como Minha Casa Minha Vida continúan generando demanda en segmentos de bajo ingreso, especialmente en el nordeste y sudeste del país. Asimismo, el relanzamiento del Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC) en su fase 2025 ha permitido adjudicar proyectos de saneamiento, vialidad, escuelas y hospitales, que mantienen ocupada a buena parte de la industria.

Estos programas, sin embargo, no son suficientes para compensar el freno del sector privado. Además, enfrentan sus propios desafíos, como demoras en desembolsos, procesos de licitación complejos y falta de mano de obra calificada en algunas regiones. Aun así, constituyen un alivio en medio de un escenario general de desaceleración. Muchas constructoras están ajustando su estrategia para enfocarse en licitaciones públicas, incluso compitiendo en consorcios para mejorar su capacidad operativa y financiera.

 

Confianza empresarial en mínimos: un freno a nuevas inversiones

Uno de los indicadores más relevantes del enfriamiento sectorial es la caída de la confianza empresarial, que en junio de 2025 alcanzó su nivel más bajo desde 2022. Según encuestas nacionales, los empresarios del rubro muestran preocupación por la sostenibilidad de sus operaciones, especialmente ante la incertidumbre macroeconómica. Factores como inflación, alta tasa de interés y volatilidad del tipo de cambio erosionan la previsibilidad, elemento clave en un sector de ciclos largos como la construcción.

Esta pérdida de confianza se traduce en menores intenciones de inversión. Se ha reducido la compra de terrenos, la contratación de estudios de factibilidad y el inicio de nuevas obras. También se ha observado un retroceso en la contratación de personal permanente, reemplazado por esquemas temporales o tercerización. Si no se revierte esta tendencia, existe el riesgo de una contracción más pronunciada hacia finales de 2025 y una menor capacidad de respuesta frente a la futura recuperación de la demanda.

 

Vivienda e interés social: foco de resiliencia en tiempos difíciles

El segmento de vivienda social ha demostrado ser el más resiliente en medio del enfriamiento general. Minha Casa Minha Vida, respaldado por subsidios federales y tasas preferenciales, ha permitido mantener una demanda constante entre familias de bajos ingresos. Este tipo de construcción, más estandarizada y con costos controlados, sigue siendo atractiva para constructoras medianas que logran economías de escala y acceso a crédito a través de bancos públicos como Caixa Econômica Federal.

La continuidad de este programa ha evitado una contracción más aguda del empleo en sectores como mampostería, carpintería, electricidad y fontanería. También ha permitido mantener activa la cadena productiva en regiones con menos inversión privada. No obstante, existen preocupaciones respecto a la sostenibilidad presupuestaria del programa y la necesidad de mejorar la calidad de las unidades entregadas. A mediano plazo, la expansión del crédito subsidiado dependerá de las condiciones fiscales del país y la estabilidad del sistema financiero.

 

Infraestructura pública y PAC 2025: avances, cuellos de botella y expectativas

El Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC) 2025 ha sido uno de los pilares más importantes para sostener la actividad en el sector construcción durante este año. Con una inversión anunciada superior a los R$ 1 300 mil millones, el plan abarca obras en transporte, energía, salud y educación. Algunas ya están en ejecución, mientras que otras aún atraviesan fases de licitación. En muchas regiones, el PAC representa la única fuente real de obras nuevas, especialmente en municipios de menor tamaño.

Sin embargo, la implementación enfrenta obstáculos: trámites burocráticos, requisitos ambientales, retrasos en transferencias de fondos y escasez de capacidad técnica en gobiernos locales. A pesar de ello, las proyecciones oficiales indican que el PAC podría representar hasta el 40 % del volumen de obras nuevas en 2025. Su impacto, por tanto, es determinante para el mantenimiento del empleo sectorial. Las empresas con mayor experiencia en contratos públicos están priorizando su participación activa en el plan, incluso adaptando sus estructuras para cumplir con las exigencias del programa.

 

Desigualdades regionales: un sector fragmentado por territorios

La desaceleración no afecta de manera uniforme a todo el país. Mientras algunas regiones —como São Paulo y Paraná— mantienen niveles aceptables de actividad gracias al dinamismo de sus economías locales, otras —como el norte y centro-oeste— han sufrido una fuerte caída de proyectos privados. El nordeste, por su parte, depende casi exclusivamente de los programas públicos para sostener el empleo en el sector. Esta fragmentación regional obliga a las empresas a redefinir su alcance geográfico y evaluar oportunidades según la dinámica local.

Además, las diferencias en acceso al crédito, disponibilidad de insumos y calidad de la mano de obra también generan desequilibrios. Empresas grandes han comenzado a absorber operaciones más pequeñas en regiones menos competitivas, ampliando su presencia y capturando contratos públicos locales. A nivel estructural, esto podría aumentar la concentración del mercado, debilitando el tejido empresarial regional y reduciendo la diversidad de actores en el sector. La fragmentación territorial seguirá siendo un desafío en cualquier política sectorial futura.

 

Perspectivas a mediano plazo: ¿cuándo repuntará la construcción?

Los analistas coinciden en que la reactivación sostenida del sector dependerá de una baja progresiva de la tasa Selic, algo que no se espera de forma inmediata. Si la inflación logra estabilizarse y se confirma una reducción en las tasas hacia fines de 2025, es posible que en 2026 la inversión privada retome impulso. También será clave mantener la continuidad de los programas públicos, mejorar la eficiencia del PAC y reactivar la confianza empresarial mediante estabilidad macroeconómica.

Otro factor a seguir será el comportamiento del mercado laboral, que influye directamente en la demanda por viviendas y reformas. Si se mantiene la estabilidad del empleo y aumentan los ingresos reales, el consumo habitacional podría recuperarse. La expectativa es que el sector vuelva a crecer por encima del 3 % recién en 2026, siempre que se den condiciones favorables. En el corto plazo, el camino será de ajustes internos, contención de costos y reposicionamiento estratégico para sobrevivir al ciclo de enfriamiento.

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