De cara a 2026, Perú se perfila como uno de los países de América Latina que más necesita reforzar la inversión en el sector construcción, especialmente para sostener su rol estratégico en la minería, garantizar estabilidad económica y fortalecer su posición en las cadenas globales de suministro de minerales críticos. La infraestructura se consolida así como un factor determinante para el crecimiento, la competitividad y la gobernabilidad del país. En un contexto internacional marcado por la transición energética y la creciente demanda de minerales esenciales, Perú enfrenta el desafío de acompañar su potencial minero con obras de infraestructura adecuadas, capaces de asegurar continuidad productiva y previsibilidad para los inversionistas.
La minería continúa siendo uno de los principales motores económicos del Perú, aportando exportaciones, ingresos fiscales y empleo directo e indirecto. Sin embargo, el desarrollo de nuevos proyectos y la ampliación de operaciones existentes dependen cada vez más de una infraestructura moderna y eficiente.
Para 2026, el país deberá priorizar:
Construcción y modernización de infraestructura minera.
Accesos viales y logísticos hacia zonas de operación.
Infraestructura energética y de agua para proyectos extractivos.
Estas inversiones son esenciales para mantener la competitividad del Perú frente a otros productores globales de minerales críticos como cobre, zinc y plata.
Uno de los mayores retos estructurales del país es el fortalecimiento de la infraestructura de transporte y energía, indispensable para conectar la producción minera con los mercados internacionales. Carreteras en zonas altoandinas, puertos eficientes y redes energéticas confiables son condiciones mínimas para reducir costos logísticos y evitar interrupciones en la cadena de exportación.
La inversión en construcción en estos sectores permitirá:
Mejorar la salida de minerales hacia puertos estratégicos.
Reducir cuellos de botella logísticos.
Aumentar la competitividad del sector exportador.
En un mercado global altamente competitivo, la infraestructura se convierte en una ventaja geopolítica.
Más allá de la gran minería, Perú necesita impulsar obras públicas regionales que permitan integrar territorios, reducir brechas sociales y fortalecer la aceptación local de los proyectos extractivos. La falta de infraestructura básica en muchas regiones genera tensiones sociales que pueden afectar la continuidad de inversiones estratégicas.
Invertir en:
Caminos vecinales.
Infraestructura educativa y sanitaria.
Servicios básicos como agua y saneamiento.
no solo mejora la calidad de vida, sino que contribuye a una mayor estabilidad social y política, clave para el desarrollo minero sostenible.
El rol del Perú en la geopolítica de los minerales críticos es cada vez más relevante. Países e industrias buscan proveedores confiables que puedan garantizar suministro continuo en un escenario global marcado por incertidumbre y competencia estratégica.
Para mantener esa posición, el país necesita:
Infraestructura que respalde la producción minera.
Un sector construcción activo y eficiente.
Proyectos que se ejecuten con estándares técnicos y ambientales internacionales.
La construcción se convierte así en un instrumento estratégico para sostener la relevancia internacional del Perú.
La reactivación y expansión de la inversión en construcción en 2026 tendrá un impacto directo en la economía nacional, generando empleo, dinamizando proveedores locales y fortaleciendo sectores como ingeniería, transporte y servicios especializados.
El sector construcción es uno de los mayores generadores de empleo, por lo que su fortalecimiento contribuirá también a la estabilidad social y al crecimiento interno.
De cara al próximo año, Perú enfrenta un desafío claro: invertir en construcción no es una opción, sino una necesidad estratégica. Sin infraestructura adecuada, el potencial minero del país podría verse limitado, afectando exportaciones, ingresos fiscales y posicionamiento internacional.
📌 En este escenario, la construcción será clave para que Perú sostenga su rol como proveedor estratégico de minerales críticos, fortalezca su estabilidad económica y consolide su posición en la geopolítica regional y global en 2026.