Makün en Osaka: Chile muestra resiliencia y tradición en Expo 2025

SUCESO IMPORTANTE EN EL SECTOR CONSTRUCCIÓN

Durante la “Semana de la Resiliencia” (7–12 de julio) en la Expo Osaka 2025, Chile presentó su innovador pabellón en madera CLT junto a un manto artesanal mapuche de 242 m². El diseño exhibe tecnología antisísmica, identidad cultural y cooperación público‑privada. Además incluyó charlas técnicas y un seminario internacional, reforzando el rol de Chile como referente en infraestructura sostenible.

Makün en Osaka: Chile muestra resiliencia y tradición en Expo 2025

Fecha:
Tuesday 22 Jul de 2025

Gestor:
INSTITUTO IDARC

Un pabellón con identidad y propósito

Durante los días centrales de julio, Chile sorprendió en Japón al presentar una obra arquitectónica que trasciende lo visual y se convierte en manifiesto cultural. El pabellón nacional en la Expo Osaka 2025 fue diseñado bajo el concepto de “infraestructura de madera industrializada”, y su pieza central, “Makün, el manto de Chile”, representa tanto la tradición como la modernidad. Esta estructura fue construida con madera laminada cruzada (CLT), un material sostenible y con alta resistencia sísmica, lo que demuestra su idoneidad para el contexto geográfico del país.

Más allá de lo técnico, el componente simbólico de la pieza se eleva por su conexión con el pueblo mapuche. Tejido por mujeres artesanas de La Araucanía, el manto representa los conocimientos ancestrales y su fusión con la innovación contemporánea. En cada hebra del diseño textil, se plasma una historia de colaboración, respeto por el entorno y reconocimiento a la sabiduría popular. Esta articulación entre lo ancestral y lo vanguardista es el sello distintivo del pabellón chileno.

El pabellón no solo busca atraer visitantes internacionales con una muestra estética atractiva, sino generar un diálogo más amplio sobre la sostenibilidad en la construcción y el rol que pueden desempeñar los países latinoamericanos. La propuesta apunta a posicionar a Chile como un actor global en innovación estructural sostenible, poniendo en valor sus recursos naturales y su capacidad tecnológica.

 

Madera industrializada: tecnología al servicio del futuro

Uno de los aspectos más relevantes del pabellón es el uso de CLT, una tecnología de construcción en madera que Chile ha venido impulsando con fuerza en la última década. El CLT (Cross Laminated Timber) consiste en paneles de madera dispuestos en capas cruzadas que otorgan gran estabilidad y resistencia. En el caso chileno, se trata de una respuesta estratégica a los desafíos sísmicos del país, aprovechando un recurso renovable y local como lo es el bosque nativo y plantado.

La elección del CLT también responde a una lógica de descarbonización del sector construcción. A diferencia del concreto o el acero, la madera actúa como sumidero de carbono, capturando CO₂ de la atmósfera y reduciendo la huella ambiental del edificio. Además, permite una prefabricación eficiente, lo que disminuye los residuos, los tiempos de ejecución y los costos logísticos. Estas ventajas la convierten en una solución integral para proyectos públicos y privados de escala diversa.

Chile ha invertido en desarrollar normativas técnicas, capacidades productivas y formación profesional para posicionar la madera como una alternativa viable y competitiva. El pabellón en Osaka es la evidencia concreta de ese esfuerzo: una obra construida bajo estándares de alta precisión, que se desmontará y reutilizará una vez concluida la exposición, reduciendo su impacto y maximizando su vida útil.

 

El arte mapuche como vínculo con el territorio

El elemento más simbólico de la obra es sin duda el tejido realizado por tejedoras mapuches, quienes elaboraron el manto que da nombre a la instalación. Bajo el concepto de “Makün”, palabra que en mapudungun significa abrigo, la pieza remite a la protección, al resguardo y a la identidad colectiva. La elección de este motivo no es casual: se trata de una declaración sobre el valor de las culturas originarias en el Chile contemporáneo.

La participación directa de las tejedoras es también un ejemplo de economía colaborativa e inclusiva. Su trabajo fue remunerado y visibilizado como una forma de reconocer el rol de las mujeres rurales en la producción cultural. Además, el manto funciona como una narrativa visual en la que cada diseño, cada figura geométrica, responde a códigos tradicionales que transmiten valores como la unión, la fuerza y la renovación.

Este diálogo entre tradición y diseño arquitectónico da como resultado una estructura viva, donde la madera y el tejido conviven como partes de una misma historia. La presencia del Makün permite que el pabellón hable un lenguaje emocional, enraizado en la tierra y sus costumbres, pero proyectado hacia un futuro globalizado, donde la sostenibilidad debe ser también cultural.

 

Cooperación público-privada para una visión compartida

Detrás del pabellón existe un modelo de cooperación multisectorial que permitió su realización. Instituciones públicas, empresas privadas del sector forestal e industrial, y organizaciones culturales convergieron para llevar adelante una visión común: representar a Chile en el exterior con una propuesta innovadora, sostenible y representativa. Este tipo de colaboración ha sido clave para escalar el desarrollo de la madera como industria nacional.

En el proceso participaron entidades que promovieron el diseño, aportaron recursos técnicos, realizaron ensayos de calidad estructural y gestionaron la logística internacional. Esta articulación demuestra que es posible unir ciencia, arte, industria y Estado en proyectos con impacto real y medible. El pabellón de Osaka no es solo un símbolo, sino también el resultado de una política pública activa que busca transformar el paradigma constructivo del país.

La experiencia deja importantes aprendizajes para futuras iniciativas. La coordinación entre actores, la incorporación de saberes ancestrales, el enfoque de ciclo de vida del material y la planificación para la reutilización son aspectos que pueden replicarse en otras infraestructuras. De este modo, Chile no solo muestra lo que puede construir, sino también cómo puede liderar procesos de innovación sostenible con identidad propia.

 

Madera chilena con proyección internacional

La Expo Osaka se convierte en una vitrina clave para la internacionalización de la madera industrializada chilena. El pabellón actúa como un escaparate de lo que se puede lograr con los recursos forestales del país, gestionados de manera responsable. Esto abre posibilidades para exportar no solo materia prima, sino productos con alto valor agregado como paneles CLT, estructuras prefabricadas y soluciones arquitectónicas completas.

El interés generado por la propuesta chilena puede traducirse en nuevas alianzas con mercados asiáticos, donde existe una creciente demanda por materiales sostenibles y diseños arquitectónicos resilientes. Además, posiciona a Chile como una referencia en innovación aplicada a contextos geográficos extremos, algo que países con similares condiciones sísmicas o climáticas observan con atención.

Esta proyección internacional no solo beneficia al sector forestal, sino también a la industria del diseño, la ingeniería y la arquitectura nacional. Genera empleo especializado, impulsa la transferencia tecnológica y promueve un enfoque más ético y equilibrado en la relación con el entorno natural. El éxito del pabellón es, en este sentido, un punto de partida para nuevos desarrollos.

 

La resiliencia como atributo nacional

El concepto de resiliencia está en el corazón del proyecto presentado por Chile. No solo porque la estructura está diseñada para soportar condiciones sísmicas extremas, sino porque representa la capacidad del país para adaptarse, innovar y fortalecer su identidad frente a los desafíos del presente. La madera es aquí un símbolo de flexibilidad y resistencia, como también lo es el tejido social que integra a comunidades rurales, industriales y académicas.

En un contexto global marcado por el cambio climático, los conflictos y la incertidumbre económica, la resiliencia es una virtud estratégica. Chile la ha integrado a su narrativa oficial en Osaka, mostrando que no solo responde a las crisis, sino que se anticipa a ellas con soluciones innovadoras, sustentables y culturalmente relevantes. El Makün es un manto de protección, pero también de visión y futuro compartido.

Esta resiliencia se articula con el diseño modular del pabellón, que podrá desmontarse y reubicarse una vez concluida la exposición. Esta cualidad refuerza la lógica de circularidad y permanencia del proyecto, demostrando que la arquitectura también puede ser itinerante, adaptativa y educativa. La propuesta chilena, por tanto, no termina en Osaka, sino que se proyecta a otros escenarios.

 

Un legado más allá de la exposición

Cuando finalice la Expo Osaka 2025, el pabellón chileno no será desechado ni abandonado. Gracias a su diseño modular y su estructura en CLT, podrá ser reinstalado en territorio chileno como espacio educativo, cultural o de investigación. Esto refuerza el sentido de circularidad y sostenibilidad del proyecto, maximizando su impacto y evitando el desperdicio de materiales y esfuerzos.

Esta segunda vida del pabellón es parte integral de su planificación, pensada desde el origen para trascender el evento internacional. Al regresar a Chile, podrá convertirse en un centro de formación en construcción sustentable, un espacio para exposiciones itinerantes o incluso una sede de diálogo intercultural. Así, el Makün se transforma en una plataforma permanente de divulgación de buenas prácticas.

Este legado tangible es una invitación a seguir apostando por la arquitectura con propósito. Una que no solo busca reconocimiento estético, sino transformación social y ambiental. Con su participación en Osaka, Chile ha demostrado que es posible construir de forma diferente, conectando tecnología, cultura y sostenibilidad en una misma estructura viva.

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