El empleo formal en la Región de Aysén experimenta una notable recuperación durante el trimestre febrero–abril de 2025, con una baja significativa en la tasa de desocupación que alcanza el 4,2 %. Este repunte se atribuye principalmente al dinamismo en el sector de la construcción, particularmente en obras civiles, lo que ha generado una mayor contratación con condiciones formales. De acuerdo con los datos del INE, la informalidad laboral también disminuye, pasando del 31 % al 30,4 %. El artículo profundiza en las cifras, el papel del sector construcción, los efectos sociales y económicos, así como los desafíos que enfrenta la región para mantener esta tendencia.
Fecha:Friday 06 Jun de 2025
Gestor:INSTITUTO IDARC
El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) reveló en su último reporte que la Región de Aysén ha mostrado una significativa mejora en su mercado laboral, especialmente en lo que respecta al empleo formal. Durante el trimestre febrero–abril de 2025, la tasa de desocupación se ubicó en un 4,2 %, representando una baja de 1,7 puntos porcentuales en comparación con el mismo período del año anterior. Esta variación se traduce en un mayor número de personas insertas en actividades laborales reguladas y con protección social.
Este avance cobra especial relevancia considerando que Aysén ha sido históricamente una de las regiones con mayores desafíos en materia de empleo estructurado. Las condiciones geográficas, la dispersión poblacional y la estacionalidad de muchas de sus actividades económicas han dificultado la consolidación de trabajos estables. Sin embargo, el comportamiento reciente indica un cambio de tendencia, con una mejora tanto en la calidad como en la cantidad de los puestos de trabajo generados.
Según el INE, este nuevo panorama laboral no solo refleja un aumento en la ocupación, sino también un descenso en la informalidad, que pasó de 31 % a 30,4 %. Aunque esta reducción aún es modesta, es indicativa de un proceso de formalización gradual. El fortalecimiento del empleo con contrato, seguridad social y condiciones reguladas mejora no solo la estabilidad del trabajador, sino también la recaudación fiscal y la cobertura de protección social en la región.
Uno de los principales impulsores de la mejora del empleo en Aysén es el sector de la construcción, con un crecimiento particularmente marcado en el área de obras civiles. La ejecución de proyectos de infraestructura pública ha dinamizado significativamente la demanda de mano de obra, especialmente en oficios técnicos y operativos. La inversión pública en caminos, puentes, instalaciones sanitarias y equipamiento urbano ha generado un efecto multiplicador en la economía regional.
El dinamismo de este sector no solo impacta directamente en la generación de empleo formal, sino que también crea oportunidades indirectas en rubros complementarios como el transporte, el comercio local, la hotelería y la alimentación. Las constructoras están contratando personal con contrato y pagando cotizaciones, lo cual repercute positivamente en los indicadores de formalidad. Este tipo de empleo suele ofrecer mejores condiciones que los trabajos informales o temporales.
Además, la mayor presencia de empresas constructoras con estándares de cumplimiento normativo eleva el nivel de profesionalización del sector. Esto contribuye a mejorar las condiciones laborales, reducir accidentes y ampliar los beneficios para los trabajadores. La política pública juega un rol importante en este proceso al priorizar licitaciones con exigencias contractuales y laborales claras. Así, se fortalece una cadena virtuosa entre inversión pública, empleo formal y desarrollo regional.
La expansión del empleo formal tiene implicancias sociales profundas en comunidades como las de Aysén, donde los niveles de vulnerabilidad económica son altos. El acceso a un empleo con contrato formal implica también acceso a salud, pensiones, licencias médicas y seguros de cesantía. Esto se traduce en una mejora directa de la calidad de vida de los trabajadores y sus familias. En muchos hogares, es la primera vez que se accede a beneficios laborales estables.
La reducción de la informalidad también implica una mayor inclusión social y una disminución en las brechas de desigualdad. El trabajo informal está frecuentemente asociado a menores ingresos, inestabilidad y falta de protección frente a crisis. Por ello, que más personas accedan a empleo formal también representa una herramienta eficaz para combatir la pobreza multidimensional. Se fortalece así el tejido social en comunidades que antes estaban al margen de la protección institucional.
Por otra parte, la formalización del empleo favorece la participación ciudadana y el fortalecimiento del capital humano. Los trabajadores formales suelen tener mayor acceso a capacitación y posibilidades de desarrollo profesional. Asimismo, su vínculo con sindicatos o asociaciones gremiales les permite ejercer derechos colectivos. En este contexto, la mejora del empleo en Aysén no solo es una señal positiva en términos económicos, sino también en términos de cohesión social y ciudadanía activa.
A pesar de las señales positivas, Aysén aún enfrenta desafíos importantes para consolidar esta recuperación del empleo. Uno de los principales obstáculos es la alta estacionalidad de muchos rubros económicos de la región, como el turismo, la pesca o la agricultura. Esto genera periodos de alta contratación seguidos de abruptas caídas, lo que dificulta la sostenibilidad del empleo formal. Se requiere una estrategia de diversificación económica que permita mantener la actividad productiva durante todo el año.
Otro reto importante es la capacitación laboral. Muchas personas que hoy ingresan al mercado laboral carecen de formación técnica adecuada para los nuevos perfiles demandados. La construcción, por ejemplo, necesita operarios especializados, técnicos en prevención de riesgos o encargados de logística. La educación técnica y los programas de reconversión laboral deben alinearse con estas necesidades, garantizando que los habitantes locales puedan aprovechar las oportunidades generadas.
Asimismo, es crucial mejorar las condiciones de conectividad e infraestructura básica en la región, que muchas veces limitan el acceso al empleo. Existen comunas rurales donde las ofertas laborales no llegan o los trabajadores deben desplazarse grandes distancias sin transporte adecuado. El acceso digital, los caminos rurales y los servicios públicos son aspectos que deben ser fortalecidos para consolidar un ecosistema laboral inclusivo y eficiente en Aysén.
Las perspectivas para el segundo semestre de 2025 en Aysén son optimistas, siempre y cuando se mantenga la inversión pública y se logre una ejecución eficiente de los proyectos en curso. El gobierno regional ha anunciado una cartera de obras que incluye hospitales, liceos, viviendas sociales y redes viales, lo cual augura una continuidad del dinamismo en la construcción. Estas iniciativas también podrían atraer inversión privada complementaria y fomentar alianzas público-privadas.
Además, se espera que la temporada turística de verano impulse el empleo en sectores como el comercio, la gastronomía y los servicios recreativos. Si bien estos empleos son a menudo temporales, representan una oportunidad para reforzar la formalización a través de contratos por temporada, boletas electrónicas y registro en plataformas tributarias. La clave está en aprovechar el ciclo estacional para avanzar en derechos laborales y control de la informalidad.
Desde el ámbito público, se proyectan mejoras en la fiscalización del cumplimiento laboral y en los programas de apoyo al empleo. El Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (SENCE), por ejemplo, prepara una nueva oferta formativa orientada a las demandas actuales del mercado regional. Si estas políticas se articulan adecuadamente, podrían convertir la mejora coyuntural en un proceso estructural que reduzca las brechas laborales históricas en Aysén.
La región de Aysén está comenzando a mostrar señales claras de recuperación y transformación en su mercado laboral. El descenso en la desocupación y la ligera pero sostenida baja en la informalidad son síntomas de un cambio estructural, en el que la construcción y las obras civiles actúan como motores del empleo formal. Este fenómeno no solo reactiva la economía, sino que mejora la calidad de vida y promueve una mayor inclusión social.
Sin embargo, el desafío está en mantener este impulso y consolidarlo con políticas públicas robustas, inversión en capital humano y mejoras en la infraestructura regional. No se trata solo de generar empleo, sino de asegurar que este sea estable, digno y con derechos. La experiencia de Aysén podría servir de modelo para otras regiones de similares características, siempre que se identifiquen las buenas prácticas y se apliquen con visión territorial.
Finalmente, es esencial entender que el empleo formal es mucho más que una cifra estadística. Es un pilar fundamental para el desarrollo sostenible, la justicia social y la reducción de desigualdades. En ese sentido, el caso de Aysén nos muestra que con planificación, inversión y compromiso institucional, es posible revertir dinámicas históricas y construir un futuro laboral más justo y equitativo para todos.