Centros culturales para la construcción de ficciones locales en Bolivia

SUCESO IMPORTANTE EN EL SECTOR CONSTRUCCIÓN

Centros culturales para la construcción de ficciones locales en Bolivia

Fecha:
Friday 13 Dec de 2024

Gestor:
INSTITUTO IDARC

Un llamado al fomento de la producción artística para incentivar a los creadores, pero también a la atención para la construcción de públicos.

Parece ya un cliché lo que afirman ciertas autoridades que administran/gestionan espacios culturales del Estado, definiendo el trabajo que realizan como “fomento a la identidad local”. Esto suena como refuerzo del status quo, y es una fórmula fácil a la cual acogerse ante la falta de ideas y de proyectos que asuman ciertos riesgos creativos. Esto pasa particularmente en la administración de centros culturales y de museos del Estado en los que no existe personal capacitado, y no se valoriza correctamente el patrimonio que tienen bajo tuición. Lo que hay entonces son infraestructuras con mobiliarios que serán destinados a llenarse con actividades culturales heterogéneas, apretujando a ciegas todo en una misma bolsa.

Este manejarse a brocha gruesa, en base a generalidades y retórica política, deriva en que estos espacios no sean más que salones de eventos circunstanciales, sin que expresen un diagrama de trabajo sustancial, ni unas preguntas rectoras ni una aclaración de aquello que están investigando como institución a través de las dinámicas que promueven. Es lo que tristemente le ha pasado al edificio de ex correos en Santa Cruz, o la Sombrerería en Sucre, por citar dos ejemplos. 

A nuestro entender, los centros culturales deben ser aparatos que trabajen en favor del crecimiento de la escena local a la que pertenecen. Esto implica trabajar en el fomento de la producción artística para incentivar a los creadores, pero también dar atención a la construcción de públicos. El fomento a la producción en artes visuales y escénicas, no debe limitarse a la exhibición de  obras o dispositivos, sino que es preciso abrir espacios para la experimentación y la investigación. Por tanto, hablamos de tres líneas básicas de trabajo: 1) exhibiciones de obras de artistas; 2) fomento a la experimentación e investigación a nivel de lenguajes, medios, soportes, materiales, etc.; 3) escuela de espectadores, recorridos guiados, trabajo sobre la apreciación del arte.  

Las ficciones locales

Accionar sobre una escena local exige mirar en más de un sentido. Los artistas en Bolivia no pueden apuntar solamente al mercado nacional, ya que es muy reducido. A partir de cierto punto en su crecimiento, ya empiezan a trabajar teniendo en mente la proyección hacia el exterior –artistas visuales, músicos, teatreros, cineastas, etc. En este punto los centros culturales de avanzada tienen una misión clave. 

Veamos lo que decía el ex director del Parque Cultural Valparaíso, Justo Pastor Mellado, respecto de la organización de plataformas de proyección internacional para artistas locales: 

“Esto es como una política de doble régimen: para tener una política exterior, hay que tener una ficción interna, y generalmente esta ficción interna es lo más interesante”.1 

Resulta más entendible si ponemos un ejemplo: para un turista que viaja desde Estados Unidos, sería un despropósito visitar el oriente  boliviano para limitarse a comer pollos KFC o hamburguesas de una franquicia internacional. Lo que se busca conocer en cada lugar son los rasgos que lo hacen singular, por ejemplo, en Santa Cruz de la Sierra, el restaurante El Aljibe es reconocido por su aliento al patrimonio gastronómico del departamento, que es también como difundir una historia de la cocina hogareña de Santa Cruz; los platos que allí se sirven traen aquello a colación: una puesta en valor de la memoria gastronómica en una escena local, asociada además a los versos de poetas cruceños en las paredes, y a la música de Gladys Moreno en una sala de exposición permanente.  

La ficción interna es una suerte de anécdota significativa, que muchas veces se encuentra en la historia de cada escena, y que en ocasiones aparece de manera poetizada en la literatura de cada país. Por ejemplo, en la obra del paceño Jaime Sáenz, encontramos la imagen del aparapita de La Paz. Es un indígena originario del Altiplano de raza aymara, que se desempeña como cargador, pero no es cualquier cargador, sino que aúna tantos elementos inverosímiles que aparenta más ser un personaje salido de la ficción literaria. Sin embargo, al igual que en Borges, no se trata aquí de la manera en que la realidad sirve de base a la ficción, sino en el modo en que la ficción rebasa al terreno de la realidad. El aparapita ha representado un punto de partida para la exploración del imaginario simbólico de La Paz, es un modelo poético, que artistas como Gastón Ugalde han sabido apropiar en su obra. De estos ejemplos tenemos varios, pudiendo remitirnos a las leyendas de cada región, lugares singulares de cada ciudad, o personajes que marcaron una impronta simbólica. 


Vale la pena volver a mencionar a Gastón Ugalde (1944-2023), fotógrafo, artista visual, productor cultural y aventurero, porque bien podría identificarse en el diagrama de su  obra artística, un modelo de trabajo para un centro cultural de avanzada en Bolivia. El artista visual y plástico, en su quehacer, está dialogando constantemente con los materiales, investigando las posibilidades dentro de una territorialidad. Su conocimiento de los materiales y de las reacciones químicas en los procesos, le permite orientar mejor sus temáticas. Ugalde es uno de los casos ejemplares, porque era un devorador de experiencias sensibles, alguien mucho más empírico que teórico, ni terminó de estudiar arquitectura, ni estudió el arte a nivel académico, pero se consideraba un zigzag en el medio, o un arquitecto en sus palabras. Alternó distintas etapas trabajando con sal, piedras, hojas de coca, textiles, maderas, etc. Su trayectoria de más de cincuenta años fue una constante búsqueda por ficciones locales, desde el acercamiento al aparapita, hasta las narrativas en torno al consumo de la hoja de coca, su afán fotográfico de sublimación del Salar de Uyuni, la postulación de la palabra más larga del mundo desde el aymara, los cactus de aguayos, o las afinidades con la idea del tiempo en el cine de Jorge Sanjinés.   

Lo que muchos tardan en descubrir, y Gastón Ugalde entendió a la perfección, es que trabajar en esta ficción interna es lo que te permite tener algo para mostrar en el exterior. Es decir, la visibilidad hacia afuera comienza con la invención de una narrativa desde adentro. El mismo Ugalde cuenta en una larga entrevista disponible en YouTube, que vivir en el extranjero siendo  boliviano le dio muchas ventajas, y se refería también a la carga de exotismo con la que se percibe lo tradicionalmente boliviano desde afuera –cuestión que no se puede ignorar. Ugalde no renegaba de ello, sino que lo aprovechaba a su favor. 

Las ficciones locales de cada país son constituyentes de la oferta turística de cada país, de ellas se extrae la alteridad con una narrativa significativa, que los que vienen de afuera buscan satisfacer. ¿Qué mejor ejemplo que las escaleras al cielo que Ugalde hizo construir en el Salar de Uyuni? En Bolivia, la narrativa de esta ficción está construida mucho más desde el Altiplano, con mayor atención en la cosmovisión andina. El artista argentino Matías Paradela comenta que la mayoría de lo que se escucha de Bolivia, el imaginario que tienen de nuestro país, proviene mucho más de lo que se proyecta desde La Paz2. Debe referirse a las imponentes montañas, la sorprendente cantidad de marchas, la dualidad de épocas que coexisten, la corporalidad indígena vestida con aguayos, la figura de la chola, la subsistencia de la arquitectura colonial con la moderna y contemporánea, etc. Existe un evidente desequilibrio respecto de la proyección que tienen las narrativas de los valles y el oriente en su visibilidad hacia afuera. 

Dicho esto, parte de la vocación de un centro cultural abocado a la promoción del arte, pasa también por esta línea transversal: debe apoyar la investigación en el imaginario local para la construcción de ficciones internas. Un centro cultural es una plataforma que puede servir para acelerar procesos, conectar actores dentro y fuera del país, o ser aliado en la elaboración de ficciones locales.  

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