La tecnología antisísmica en puentes ha evolucionado como una respuesta clave ante la creciente necesidad de infraestructura segura en zonas sísmicas. En estructuras de hormigón preesforzado, donde la rigidez y precisión son altas, se incorporan dispositivos como aisladores, disipadores y topes sísmicos para mitigar los efectos de los terremotos. Estas soluciones permiten que las estructuras disipen energía, controlen desplazamientos y mantengan su funcionalidad. Su implementación exige un diseño integrado desde la etapa inicial, usando software avanzado y normativas internacionales. Países latinoamericanos ya aplican estas tecnologías en proyectos clave. La innovación sísmica no es opcional, es parte esencial del diseño estructural moderno.
Fecha:Thursday 07 Aug de 2025
Gestor:INSTITUTO IDARC
En regiones de alta sismicidad, el diseño y construcción de puentes no puede limitarse únicamente a criterios de resistencia estructural. La acción sísmica, impredecible y potencialmente devastadora, obliga a los ingenieros a desarrollar soluciones capaces de proteger las infraestructuras críticas que conectan territorios, sostienen el tránsito de bienes y personas, y garantizan la continuidad operativa en momentos de emergencia. En este contexto, la tecnología antisísmica aplicada a puentes ha evolucionado significativamente, especialmente en estructuras construidas con hormigón preesforzado, donde la precisión del diseño y el comportamiento dinámico se convierten en factores determinantes.
El hormigón preesforzado es ampliamente utilizado en puentes por su capacidad para resistir grandes cargas, minimizar fisuras y aumentar la durabilidad. Sin embargo, este tipo de estructura, si bien es resistente bajo cargas gravitacionales y repetitivas, puede ser vulnerable ante cargas sísmicas cíclicas, ya que las rigideces elevadas pueden provocar concentraciones de esfuerzos que comprometan la ductilidad.
La clave del diseño antisísmico radica en lograr un equilibrio entre resistencia, ductilidad, disipación de energía y capacidad de desplazamiento controlado. Para ello, se integran dispositivos y tecnologías que actúan como elementos de protección sísmica pasiva o activa, adaptándose al comportamiento dinámico de la estructura durante un evento telúrico.
Las soluciones tecnológicas implementadas en puentes con estructura de hormigón preesforzado pueden clasificarse en tres grandes grupos: aislamiento sísmico, disipación de energía y control estructural. A continuación, se detallan las más utilizadas en la ingeniería moderna:
Son dispositivos que se colocan entre la superestructura del puente y sus apoyos o pilas, permitiendo que la estructura se mueva de manera controlada durante un sismo, reduciendo así la transmisión de energía.
Estos elementos no detienen el movimiento, pero absorben gran parte de la energía sísmica que podría dañar la estructura.
Estos dispositivos limitan los movimientos excesivos de la superestructura sin impedir los pequeños desplazamientos térmicos u operativos.
La incorporación de tecnologías antisísmicas no puede ser un proceso aislado o accesorio. Desde la etapa de concepción del puente, el modelo estructural debe considerar las acciones sísmicas esperadas, el tipo de suelo, la aceleración del terreno, el tipo de tránsito, y la geometría del puente. En este sentido, las normativas internacionales como AASHTO LRFD, Eurocódigo 8 y las normas sísmicas locales, definen criterios de diseño sísmico específicos que deben cumplirse para garantizar la seguridad estructural.
El uso de modelos numéricos avanzados mediante software como SAP2000, CSI Bridge o MIDAS Civil permite simular el comportamiento del puente con y sin dispositivos, comparar respuestas espectrales, y optimizar el uso de aisladores o disipadores para lograr un diseño económicamente viable y técnicamente robusto.
Además, el empleo de gemelos digitales y metodologías BIM (Building Information Modeling) facilita la integración multidisciplinaria del diseño, la coordinación entre especialidades y el mantenimiento predictivo post-construcción, lo que eleva el estándar de seguridad estructural.
En países como Chile, México, Colombia y Perú, expuestos a alta actividad sísmica, los proyectos de infraestructura vial de nueva generación ya incorporan estos sistemas. Ejemplos como el Puente Chacao (Chile) o viaductos de la Línea 2 del Metro de Lima, evidencian la apuesta por diseños más resilientes, que integran aislamiento sísmico y estrategias de mitigación adaptadas a las condiciones geotécnicas locales.
Estos avances también se han visto impulsados por la cooperación internacional, el acceso a tecnologías importadas y la capacitación técnica especializada de los profesionales del sector.
La innovación en tecnología antisísmica aplicada a puentes de hormigón preesforzado representa un salto cualitativo en la ingeniería estructural moderna. Más allá del cálculo convencional, se trata de diseñar infraestructuras resilientes, que no solo soporten eventos extremos, sino que mantengan su funcionalidad, reduzcan el riesgo de colapso y garanticen la seguridad de las personas.
Invertir en dispositivos antisísmicos no es un lujo, sino una necesidad técnica y estratégica en regiones sísmicamente activas. El reto actual para ingenieros, diseñadores y gestores públicos es integrar estas soluciones de forma coherente, costo-efectiva y normativa, en cada nuevo proyecto de infraestructura.
La ingeniería de puentes del siglo XXI no solo conecta territorios, también construye confianza, continuidad operativa y seguridad frente a lo inesperado.