Fecha:Saturday 02 Nov de 2024
Gestor:INSTITUTO IDARC
Vienen del mundo del campo. Supieron analizar las distintas formas de aprovechamiento del descarte de la lana de oveja. Estudiaron, investigaron y así nació AbrigA, un emprendimiento de triple impacto que además, surge como un faro de innovación.
Fundado por Alejandra Nuñez Berté, arquitecta especializada en eficiencia energética, y Ernesto Benavidez, ingeniero zootecnista con amplia experiencia en desarrollo rural y producción animal, el proyecto se consolidó como un verdadero hallazgo en el uso de lana de oveja gruesa para crear materiales aislantes térmicos y acústicos.
Allá por el 2011 iniciaron esta investigación sobre el uso de lana en la Patagonia y los inspiró. Continuaron con el proyecto, desarrollo y comercialización actual. Tras superar desafíos y otros palos en la rueda, AbrigA ya obtuvo certificaciones clave que validan su impacto ambiental y social.
En esta entrevista con Forbes, Alejandra nos cuenta sobre este viaje de AbrigA y cómo lograron transformar un residuo en un producto de valor agregado, a la vez que impulsan la economía regional y promueven prácticas de construcción más sostenibles.
Aquel proyecto inicial que se gestó con el estudio de la lana de oveja, hoy se posiciona como una alternativa eficaz, de excelente relación precio calidad que aporta una alternativa sostenible para la construcción.
¿Cómo surgió la idea de convertir la lana de oveja gruesa en un material aislante? ¿Qué fue lo que los inspiró a desarrollar este proyecto?
-Todo empezó en el 2011, cuando escribía el Manual de Recomendaciones de Steel Framing, para el INCOSE (Instituto de la Construcción en Seco)en la que cité la investigación de la arquitecta Silvia Mirelman sobre las viviendas de los inmigrantes ingleses en la Patagonia, primeros antecedentes del uso de lana como aislante térmico.
30 Septiembre de 2024 09.05
Vienen del mundo del campo. Supieron analizar las distintas formas de aprovechamiento del descarte de la lana de oveja. Estudiaron, investigaron y así nació AbrigA, un emprendimiento de triple impacto que además, surge como un faro de innovación.
Fundado por Alejandra Nuñez Berté, arquitecta especializada en eficiencia energética, y Ernesto Benavidez, ingeniero zootecnista con amplia experiencia en desarrollo rural y producción animal, el proyecto se consolidó como un verdadero hallazgo en el uso de lana de oveja gruesa para crear materiales aislantes térmicos y acústicos.
Allá por el 2011 iniciaron esta investigación sobre el uso de lana en la Patagonia y los inspiró. Continuaron con el proyecto, desarrollo y comercialización actual. Tras superar desafíos y otros palos en la rueda, AbrigA ya obtuvo certificaciones clave que validan su impacto ambiental y social.
En esta entrevista con Forbes, Alejandra nos cuenta sobre este viaje de AbrigA y cómo lograron transformar un residuo en un producto de valor agregado, a la vez que impulsan la economía regional y promueven prácticas de construcción más sostenibles.
Aquel proyecto inicial que se gestó con el estudio de la lana de oveja, hoy se posiciona como una alternativa eficaz, de excelente relación precio calidad que aporta una alternativa sostenible para la construcción.
-¿Cómo surgió la idea de convertir la lana de oveja gruesa en un material aislante? ¿Qué fue lo que los inspiró a desarrollar este proyecto?
-Todo empezó en el 2011, cuando escribía el Manual de Recomendaciones de Steel Framing, para el INCOSE (Instituto de la Construcción en Seco)en la que cité la investigación de la arquitecta Silvia Mirelman sobre las viviendas de los inmigrantes ingleses en la Patagonia, primeros antecedentes del uso de lana como aislante térmico.
Al mismo tiempo, contacté a la DI Raquel Ariza de Diseño Industrial INTI, directora del proyecto Objeto Fieltro, una investigación para la aplicación del blouse, subproducto de la industria textil (es la fibra corta que queda de la lana textil).
Cada una de estas investigaciones, me remitían a las ovejas de la Patagonia, donde los valores de esa lana textil hacían inviable el producto. Continué investigando y encontrando experiencias internacionales.
En el 2018, con el cursado de la maestría, retomo el tema y, al entrar en contacto con la Unidad Ejecutora de la Ley Ovina de Provincia de Buenos Aires dependiente del Ministerio de Desarrollo Agrario, doy con la problemática de la lana gruesa sin valor textil que habitualmente queman, entierran o dan en parte de pago por la esquila.
A partir de detectar cuál era el volumen de materia prima disponible en la Provincia de Buenos Aires (SENASA 2019) -nada menos que 3.800000 kilos de lana gruesa y media anuales-, comenzamos a desarrollar el proyecto.
En 2019 AbrigA quedó seleccionado en Emprendé ConCiencia de Fundación INVAP, Ministerio de Desarrollo y Fundación San Cristóbal, un proceso de incubación que nos permitió desarrollar el plan de negocios, y recibir asesoramiento técnico para definir el producto y el análisis del impacto social y económico.