Actualmente, el sector de la construcción atraviesa uno de los momentos más desafiantes en términos económicos, marcado por el aumento desproporcionado de los costos en dólares y la insuficiencia de la subida de precios por metro cuadrado para compensar esta situación. Este fenómeno está generando incertidumbre tanto entre los inversores como entre los constructores, afectando las proyecciones de nuevos proyectos y ralentizando la dinámica de un sector fundamental para la economía.
En este artículo exploraremos las causas, los efectos y las posibles soluciones para enfrentar este panorama adverso, analizando el impacto directo en los costos de construcción, la rentabilidad de los proyectos y las perspectivas del mercado inmobiliario.
El costo de construir, medido en dólares, ha experimentado un incremento significativo del 70% en un periodo relativamente corto. Esto puede atribuirse a una combinación de factores internos y externos:
Devaluación de la moneda local: En muchos países, la construcción depende en gran medida de materiales y equipos importados cuyo precio está ligado al dólar. Cuando la moneda local se devalúa frente al dólar, los costos de construcción se disparan.
Incremento en el precio de los insumos: La pandemia y las tensiones geopolíticas han generado escasez en materiales como acero, cemento y madera, aumentando sus precios a nivel mundial.
Costos logísticos elevados: Las cadenas de suministro, afectadas por restricciones y aumento en los costos de transporte, también han contribuido a encarecer los insumos.
Mientras los costos de construcción continúan en ascenso, el aumento en los precios de venta por metro cuadrado no ha logrado seguir el mismo ritmo. Esto se debe a diversos factores:
La combinación de costos elevados y precios estancados está generando una serie de efectos negativos en el sector:
Los márgenes de ganancia de los desarrolladores inmobiliarios y constructoras se han reducido significativamente, poniendo en riesgo la viabilidad de nuevos proyectos.
Ante la incertidumbre de recuperar la inversión, muchos proyectos han sido pospuestos o cancelados, ralentizando la actividad en el sector.
La construcción es un importante generador de empleo. La desaceleración en el sector implica una disminución en la contratación de trabajadores.
La ralentización de nuevos desarrollos reduce la oferta de viviendas, impactando negativamente en el mercado inmobiliario y aumentando los costos para los compradores.
Ante este complejo panorama, el sector de la construcción puede adoptar diversas estrategias para mitigar los impactos y recuperar su dinamismo:
Reducir la dependencia de materiales importados mediante la promoción de insumos locales y sostenibles puede ayudar a disminuir costos.
Adoptar tecnologías avanzadas como el modelado de información de construcción (BIM) y prácticas de construcción modular puede optimizar recursos y reducir desperdicios.
Colaboraciones entre empresas, gobiernos y organismos financieros pueden facilitar el acceso a créditos preferenciales y subsidios para mantener la actividad.
Focalizar proyectos en nichos con alta demanda, como viviendas de interés social o infraestructura crítica, puede garantizar mayor retorno de inversión.
Aunque el momento actual representa grandes desafíos, el sector de la construcción tiene el potencial de adaptarse y superar las dificultades. La capacidad de innovar, diversificar recursos y colaborar estratégicamente será clave para reactivar el dinamismo del sector y garantizar su aporte al crecimiento económico.
El aumento de los costos de construcción en dólares y la insuficiencia de la suba de precios del metro cuadrado representan una prueba de fuego para el sector. Sin embargo, con estrategias adaptativas y una visión a largo plazo, la construcción puede seguir siendo un motor esencial para la economía y el desarrollo.